El patio de mi casa está en Córdoba.

Todas las mañanas, del mes de mayo y junio, cientos de ojos y narices merodean a mi alrededor. No me tocan, ¡menos mal!. La dueña del patio siempre recuerda el típico «se mira pero no se toca». Antes de que entre toda esa marabunta que espera ansiosa para acceder al patio, cuidadosamente y